El texto que he aducido someramente del mismo profeta en el libro XVIII a propósito de otro punto dice relación al juicio final. He aquí el pasaje:
Ellos serán mi heredad, dice el Señor omnipotente, el día en que yo obraré y los escogeré como un padre escoge a un hijo obediente. Vosotros os convertiréis y conoceréis la diferencia que hay entre el justo y el pecador y entre el que sirve a Dios y el que no lo sirve. Porque he aquí que llegará el día como un horno ardiente y los consumirá. Todos los extraños y todos los pecadores serán como estopa, y el día que se aproxima los abrasará, dice el Señor todopoderoso, y no dejará en ellos raíz ni ramas.
Mas para vosotros, los que teméis mi nombre, nacerá el sol de justicia y hallaréis la salud en sus alas. Saldréis fuera saltando como corderillos fuera del redil, y hollaréis a los impíos, y se rán ceniza bajo vuestros pies, dice el Señor omnipotente.
Cuando esta diferencia de premios y de penas que distingue a los justos de los pecadores , y que no se nota bajo el sol en la vanidad de la vida presente, aparezca baj o el sol de justicia que brillará en la vida futura, entonces será el juicio nunca antes visto.
Libro XX, capítulo XXVII, La Ciudad de Dios, San Agustín
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