lunes, 17 de junio de 2024

Error de los juicios humanos cuando la verdad es oculta - La Ciudad de Dios

¿Qué decir de los juicios que los hombres dan sobre los hombres, actividad que no puede faltar en las ciudades por más en paz que estén? ¿Hemos pensado alguna vez en cuáles,  cuán miserables y cuán dolorosos son? Juzgan quienes no pueden leer en las conciencias de quienes son juzgados. De aquí nace con frecuencia la necesidad de recurrir con tormentos a testigos inocentes para declarar la vrdad de una causa ajena. y ¿qué diré del tormento que se hace sufrir al acusado en su propia causa? Y ¿qué, cuando para saber si es culpable le atormentan, y, siendo inocente, se le imponen penas ciertas por un crimen incierto, no porque se descubre que lo ha cometido, sino porque se ignora que no lo ha cometido?

La ignorancia del juez es, con frecuencia, la desdicha del inocente. Y lo que es más intolerable, de un riego abundoso de lágrimas es que, ordenando el juez atormentar al reo para no hacer morir a un inocente por ignorancia, sucede, por la miseria de esa ignorancia, que mata al atormentado e inocente a quien había atormentado para no matarle inocente. Si, según la doctrina de estos filósofos*, el reo amara huir de la vidad que sufrir por más tiempo esos tormentos, diría que ha cometido un crimen que no cometió. Y helo ya condenado y muerto, y el juez aún no sabe si ha dado muerte a un culpable o a un inocente, habiéndolo atormentado para no matar por ignorancia a un inocente. Lo atormentó para conocer su inocencia y lo mató sin conocerla. En estas tinieblas de la vida civil, un juez que sea sabio, ¿se sentará o no en el tribunal? Se sentará, sin duda, porque le constriñe a eso y le obliga la sociedad humana, a la que considera crimen abandonar. ¡Y no considera crimen atormentar a testigos inocentes en causas ajenas, y que los acusados, a menudo vencidos por la vehemencia del dolor, declarando de sí mismos cosas falsas, sean condenados siendo inocentes, después de haber sido atormentados inocentes! ¡Y no considera crimen tampoco que a veces los acusadores, quizá con el deseo de ser útiles a la sociedad humana y con el fin de que no queden impunes los crímenes, mintiendo los testigos, y el reo haciendo con bravura frente a los tormentos, no confesando, sin poder probar aquellos sus declaraciones, aunque sean verdaderas, son condenados por un juez ignorante! Estos no creen pecados tantos y tan enormes males, porque el juez sabio no los hace con voluntad perversa, sino por ignorancia invencible, y como le fuerza a ello la sociedad humana, lo hace también obligado por su oficio. Pero, si esto no puede achacarse a malicia del todo, sí merece el nombre de miseria humana. Y si la necesidad, es decir, su ignorancia y su oficio de juez le constriñen a castigar y a atormentar a los inocentes, ¿es poco no ser reo si no es además feliz? ¡Ah! ¡Cuánto más cuerda y dignamente oblaría reconociendo su miseria en esta necesidad y odiándola en sí mismo, y, si tiene algún sentimiento de piedad, clamando a Dios: Líbrame de mis necesidades!

Libro XIV, capítulo VI, La ciudad de Dios, San Agustín.

* San Agustín se refiere a los estoicos: 

"Me maravilla que los estoicos hayan tenido la osadía de negar la existencia de esos males y aconsejar al sabio que, si son tan fuertes o que no pueden o no deben soportarlos, se suicide y emigre de esta vida.  Tal es la estupidez y el orgullo de estos hombres que pretenden hallar el principio de la felicidad en esta vida y en sí mismos". Libro XIX, capítulo IV Sentir de los cristianos sobre este punto del supremo bien.


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