lunes, 10 de junio de 2024

PROFECÍAS DE JEREMÍAS Y DE SOFONÍAS SOBRE CRISTO... La Ciudad de Dios

 Jeremías es uno de los profetas mayores, como Isaías, no de los menores, ya alegados. Profetizó reinando en Jerusalén Josías, y entre los romanos, Anco Marcio, próxima ya la cautividad de los judíos. Sus profecías se prolongaron hasta el Juinto mes de la cautividad, según se colige de sus escritos, unto a él se halla Sofonías, uno de los menores, que dice que profetizó también en tiempo de Josías, pero no dice hasta cuándo. Jeremías, por tanto, profetizó no sólo en tiempo de Anco Marcio, sino también en tiempo de Tarquinio Prisco, quinto rey de los romanos, que ya estaba en el trono cuando la cautividad.

Jeremías, pues, dice de Cristo: El Cristo, el Señar, resuello de nuestra boca, ha sido preso por nuestros pecados, mostrando así, en pocas palabras, que Cristo es nuestro Señor y que pa deció por nosotros. Y en otro pasaje: Este es mi Dios, y en su presencia no hay nadie comparable a él. El halló todos los caminos de la sabiduría y la dio a su siervo Jacob y a Israel, su amado. Después se ha dejado ver sobre la tierra y ha conversado con los hombres. Algunos atribuyen este testimonio no a Jeremías, sino a un amanuense suyo llamado Baruc; pero ordinariamente se atribuye a Jeremías [ 6 9 ] . Y el mismo profeta vuelve a decir: Mirad que viene el tiempo, dice el Señor, en que yo haré nacer de David un vastago, un  descendiente justo, el cual reinará como Rey, y será sabio y gobernará la tierra con rectitud y justicia. En aquellos días suyos, Judá será salvo e Israel vivirá tranquilamente; y el nombre con que será llamado aquel Rey es el de justo Señor o Dios nuestro. 

He aquí cómo habla de la vocación futura de los gentiles (que ahora vemos cumplida) : Señor, mi Dios y mi refugio en el día de la aflicción; las naciones vendrán a ti desde los confines de la tierra y dirán: En realidad, nuestros padres adoraron simulacros mendaces, y no hay en ellos utilidad alguna.

Y como los judíos no habían de conocerlo y le habían de dar muerte, el mismo profeta añade: Grave y profundo es el corazón del hombre, y ¿quién lo conocerá? El pasaje citado en  el libro XVII sobre el Nuevo Testamento, cuyo Mediador es Cristo, es también de este profeta. Dice así: He aquí que viene el tiempo, dice el Señor, en que firmaré una nueva alianza con la casa de Jacob, etc.

2. Ahora voy a alegar las predicciones de Sofonías, contemporáneo de Jeremías, sobre Cristo: Espérame, dice el Señor, en el día de mi resurrección, porque mi voluntad es congregar  las naciones y reunir los reinos. Y también: El Señor se mostrará terrible contra ellos y exterminará a todos los dioses de la tierra, y le adorarán todas las naciones de la tierra, cada una en su país. Y un poco después: Entonces infundiré en los pueblos y en su descendencia una lengua, a fin de que todos invoquen el nombre del Señor y le sirvan bajo un mismo yugo. Desde los confines de los ríos de Etiopía me traerán ofrendas. Entonces no serás ya confundida por todas las impiedades que has cometido contra mí, porque yo borraré de ti las maldades de tus ofensas. Y dejarás ya de gloriarte sobre mi monte santo y haré de ti  un pueblo manso y humilde, y el resto de Israel temerá el nombre del Señor. A estos restantes alude otra profecía que recuerda el Apóstol en estos términos: Aunque tu pueblo, Israel, fuera como la arena del mar, los restantes se salvarán. Los restantes de esa nación creyeron en Cristo.


Libro XVIII, capítulo XXXIII, La Ciudad de Dios, San Agustín

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