sábado, 6 de abril de 2024

Sueños lúcidos - Dickens

" Hay una clase de sueño que a veces se apodera de nosotros sin sentirlo, sueño que, si bien se enseñorea del cuerpo, no arrebata al alma la facultad de darse cuenta de los objetos del mundo material, ni le priva de la facultad de viajar por donde le acomoda. Si puede darse el nombre de sueño a esa pesadez que agobia, a esa postración de fuerzas que impide los movimientos, a esa incapacidad de dirigir nuestros pensamientos a que nos reduce, sueño es en realidad; pero por encima del sueño sobrenada la conciencia de lo que en torno nuestro pasa, y aun cuando soñemos cuando en ese estado nos encontramos, las palabras que en realidad de verdad se pronuncian, o los sonidos verdaderos que hieren nuestros oídos, se adaptan con pasmosa oportunidad a nuestras visiones imaginarias, hasta que lo ficticio y lo positivo y real se mezclan y confunden tan íntimamente, que resulta punto menos que imposible distinguir lo uno de lo otro. Y no es ese el fenómeno más sorprendente de los que acompañan al estado de sopor en cuestión. Imposible poner en tela de juicio que, si bien es verdad que nuestros sentidos del tacto y de la vista se hallan entonces paralizados, no lo es menos que nuestros sueños, así como también las escenas que crea nuestra imaginación, sufren la influencia material de la presencia puramente silenciosa de cualquier objeto externo que no estaba a nuestro lado en el momento que cerramos los ojos, o de cuya proximidad no tuvimos noticia consciente".


Olivert Twist, C. Dickens.

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