"¡Despierta! ¡Es de día! Despiértate, como se han despertado algunos de los tuyos , de cuya perfecta virtud y de cuyos padecimientos por la fe nos gloriamos . Esos , combatiendo contra los irreconciliables poderes hostiles , venciéndolos con su muerte valerosa y con su sangre , nos dieron esta patria".
Libro II, capítulo XXIX, La Ciudad de Dios, San Agustín.
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